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ÉDOUARD-ALFRED MARTEL

El explorador apasionado

El Explorador

Édouard-Alfred Martel tenía 30 años en 1889 cuando decidió explorar el Gouffre de Padirac. Este joven explorador, intuitivo y visionario, preparaba desde hacía unos meses esta aventura insólita: bajar a una de las caras ocultas de la Tierra, una de las simas más misteriosas jamás exploradas...

Probablemente no sabía entonces que esta aventura sellaría uno de los descubrimientos geológicos más importantes del mundo.

“ Consolarse del comportamiento humano a través del estudio y la admiración de la naturaleza.
Sin interés, sin ambición, amar y practicar la ciencia por su utilidad. ”

El interés de Martel no se limitó a los espacios subterráneos: tras una visita en 1913 del Parque nacional de Yosemite en Estados Unidos, publicó un estudio acerca de los parques nacionales del mundo. El jurista que había en él conocía el valor de una definición para proteger una obra.

Tal era la suya: « reserva territorial, con límites precisos, en el interior de los cuales una disposición legal adecuada conserva y protege -contra toda destrucción, degradación o desfiguración a manos del hombre- componentes naturales, fauna, flora, parajes pintorescos y particularidades geológicas o hidrológicas ».

Gracias a esta definición, el Estado francés puede ahora clasificar y proteger varios centenares de enclaves en setenta departamentos.

Gran amante de la geografía desde siempre, Édouard-Alfred Martel obtuvo el primer premio de geografía en el Concours Général (un examen que premia a los mejores alumnos de segundo y último año de bachillerato en Francia) y, a los 20 años, bajó a la Cueva de Postoina, en Eslovenia, para luego organizar una primera exploración del río subterráneo de Bramabiau, en 1888, en la frontera de los departamentos franceses de Gard y Lozère. Esta etapa marcó el nacimiento de la espeleología moderna, la que hoy conforman botes desmontables, escaleras, cuerdas...

Cuando se convirtió en un brillante abogado, dejó a sus adláteres los decretos y demás jurisprudencia para materializar el sueño increíble de explorar el Gouffre de Padirac: así pues, el 9 de julio de 1889, Édouard-Alfred Martel, se adelantó a sus compañeros de expedición y bajó uno a uno los peldaños de una escalera flotante que colgaba a lo largo de los 75 metros de la pared de el Gouffre.

Entonces era un explorador veterano y, sin embargo... Nadie sabe, ni siquiera él mismo, lo que descubriría allí abajo...

Provisto de velas y de una lámpara de magnesio, Édouard-Alfred Martel, junto con sus compañeros, penetró en el antro del Gouffre, oscura y desconocida...

“ Ningún ser humano nos ha precedido en estas profundidades, nadie sabe dónde vamos ni lo que vemos, nada tan extrañamente hermoso se ha presentado nunca ante nuestros ojos, juntos y espontáneamente, nos hacemos la misma pregunta:
¿No estaremos soñando? ”
Edouard-Alfred Martel